viernes, 14 de diciembre de 2012

Una risa contagiosa

Un día la princesa estaba en su habitación escribiendo poemas mohínos como por ejemplo:
En un lejano país,
vivía un niño llamado Luis.
Él todo lo quería,
pero en cambio nadie le atendía.
Un día se fue a vivir una aventura,
pero después no tuvo cura.
Se dice que un lobo se lo comió,
y de Luis nunca más se habló.

Los padres de la princesa estaban preocupadísimos. Entonces se les ocurrió poner carteles por el reino (en verso claro), diciendo:
"El que a la princesa haga reír,
en el palacio se quedará a vivir."

Se presentaron, ante la sorpresa de los reyes, diez o veinte personas. Todas ellas disfrazadas menos una.
La reina regañó al rey diciéndole que tenía que haber hecho más fotocopias. Él se disculpó diciendo que era un aparato demasiado avanzado para su época.

El primero en pasar, fue el único que no estaba disfrazado.
Al minuto y cuarto ya se oían risas.
Cuando entraron en la habitación de la princesa, se la encontraron patas arriba en la cama riéndose.

La corte real dio saltos de alegría, y hasta tiraron confeti.
Bautizaron al que había hecho reír a la princesa como "mago real" (lo que quiere decir que no era imaginario).

Desde entonces la princesa no escribió más que poemas alegres y versos como por ejemplo:

La rana le comentó al patito feo;
¡Qué bien te veo!

Lucía D.

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