En seguida dejé de disfrutar de mi libertad y empecé a pensar que seria de mí si acababa en el Río Piles, no pasaba nadie por allí que me pudiera coger, y el colegio se alejaba cada vez más y yo no paraba de rodar sin encontrarme con nada que me parase, cuando menos lo esperaba me golpeé contra un bordillo que me desvió y acabé metiéndome debajo de un coche, ahora el miedo a acabar en el Piles se había pasado pero no estaba seguro de que nadie me encontrase al estar allí escondido, después de un rato que a mi me pareció eterno empecé a echar de menos las patadas de Sergio, Raúl, Álvaro y demás niños, pero de repente vi unas piernas que se acercaban al coche y se paraban delante de él, tras varios segundos alguien se agachó y no me podía creer lo que veía, mi alegría era enorme al ver que Nacho había venido a por mí. Me recogió y me llevó de vuelta con los niños que se alegraron, tanto como yo, de volver a vernos, lo celebraron de la única manera que sabían hacer, dándome patadas, pero ya no me importaba, volvía a ser feliz, pero de repente….
Enea A.
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